"Ella es siempre, para Sherlock Holmes, la mujer. Rara vez le he oído hablar de ella
aplicándole otro nombre. A los ojos de Sherlock Holmes, eclipsa y sobrepasa a
todo su sexo. No es que haya sentido por Irene Adler nada que se parezca al amor.
Su inteligencia fría, llena de precisión, pero admirablemente equilibrada, era en
extremo opuesta a cualquier clase de emociones. Yo le considero como la máquina
de razonar y de observar más perfecta que ha conocido el mundo; pero como
enamorado, no habría sabido estar en su papel. Si alguna vez hablaba de los
sentimientos más tiernos, lo hacía con mofa y sarcasmo. Admirables como tema
para el observador, excelentes para descorrer el velo de los móviles y de los actos
de las personas. Pero el hombre entrenado en el razonar que admitiese intrusiones
semejantes en su temperamento delicado y finamente ajustado, daría con ello
entrada a un factor perturbador, capaz de arrojar la duda sobre todos los resultados
de su actividad mental. Ni el echar arenilla en un instrumento de gran sensibilidad,
ni una hendidura en uno de sus cristales de gran aumento, serían más perturbadores
que una emoción fuerte en un temperamento como el suyo. Pero con todo eso, no
existía para él más que una sola mujer, y ésta era la que se llamó Irene Adler, de
memoria sospechosa y discutible."
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Texto: Sir Arthur Conan Doyle, Un Escándalo En BohemiaArtwork: Samvinci