"Fue una película divertida de hacer. Trabajábamos con un presupuesto muy limitado y teníamos muy poco tiempo para rodar, pero solo era una historia corta. Y las películas compuestas de historias cortas tienen fama de no funcionar muy bien en taquilla (...) y lo entiendo porque a mí tampoco me gusta[n]. Cada diez años alguien prueba suerte en medio de todo ese panorama. Y no funciona. Pero siempre se busca un enfoque u otro, ya sea reunir a siete grandes directores para representar los siete pecados capitales o juntar a Fellini, Visconti y De Sica para llevar a la pantalla tres brillantes historias italianas en torno al sexo. Pero no funciona. En Historias De Nueva York tuve la oportunidad de trabajar con dos directores de la talla de Marty Scorsese y Francis Ford Coppola. Me metí entre ellos dos para, ya sabe, recibir elogios por asociación."
(Woody Allen)
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Cuando Woody Allen presentó a Robert Greenhut una historia demasiado corta para formar un largometraje, el productor ideó integrarla en un film de episodios que tuviera a la ciudad de Nueva York de nexo de unión. Pensó asímismo en dos grandes directores que arroparan el proyecto: Martin Scorsese y Steven Spielberg, que finalmente sería sustituido por Francis Ford Coppola.
El resultado fue irregular, siendo Scorsese el que mejor parado salió con un magnífico episodio con reminiscencias de El Jugador de Dostoievski. Ford Coppola se llevó, paradójicamente, todos los varapalos.
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