


Bette Davis interpretó en dos ocasiones distintas a dos
gemelas idénticas: la primera a las órdenes de Curtis Bernhardt en Una Vida Robada (1946).
Y 18 años más tarde, con Paul Henreid como director, no como compañero de reparto, en Su Propia Víctima.
Y aunque la crítica en su momento no la trató demasiado bien, la película hace las delicias de los amantes de la Davis,
la serie B y el Grand Guignol.